Tres Modelos de Santificación
1. El Enfoque Wesleyano (Perfección Cristiana)
Este modelo sostiene que, tras experimentar una segunda "obra de gracia", el creyente puede alcanzar un estado de perfección sin pecado, conocido como "santificación completa". En este contexto, el pecado se define como "transgresiones voluntarias de la ley conocida de Dios". Así, cualquier acción no intencionada o no reconocida como transgresión se considera simplemente un "error". Después de esta segunda experiencia de gracia, el crecimiento espiritual se manifiesta a través de un aumento en las buenas obras, con un enfoque en lograr una perfección ética o moral en la vida cristiana.
2. El Enfoque de Keswick (Una Vida Más Elevada). (1)
Este enfoque propone que, tras la salvación, el creyente experimenta un compromiso especial que le permite vivir una vida victoriosa y en obediencia constante. Aunque la lucha contra el pecado persiste, se ve significativamente aliviada por una nueva comprensión o verdad que ha sido revelada y aceptada. El crecimiento espiritual se caracteriza por una confianza pasiva en la obra de Dios, resumida en el lema: “Déjalo ir y déjaselo a Dios.” Así, se considera que la vida cristiana victoriosa se logra permitiendo que Dios actúe a través del creyente, sin requerir un esfuerzo considerable por parte del individuo.
3. La Perspectiva Bíblica de la Santificación Progresiva (Perspectiva Reformada)
Este enfoque es común en la tradición reformada y entiende la santificación como un proceso continuo a lo largo de toda la vida. El cristiano atraviesa un ciclo constante de pecado, arrepentimiento, renovación y crecimiento hacia la semejanza de Cristo. Este proceso no culmina hasta que estemos en la presencia del Señor (Romanos 6-8). La santificación progresiva se lleva a cabo mediante la disciplina activa del creyente, quien confía en que el Espíritu Santo le otorga poder para sus esfuerzos (Filipenses 2:12-13). No se trata de una experiencia única, sino de un crecimiento constante en la gracia.La Confesión de Fe de Westminster, en su capítulo XIII, establece:
XIII.1 Los que son eficazmente llamados y regenerados, al tener un nuevo corazón y un nuevo espíritu creado en ellos, son además santificados real y personalmente, en virtud de la muerte y resurrección de Cristo, por su Palabra y su Espíritu que mora en ellos: el dominio de todo el cuerpo de pecado es destruido, y los diversos deseos de éste son debilitados y mortificados más y más. Así, los santificados son vivificados y fortalecidos más y más en todas las gracias salvíficas, para la práctica de la verdadera santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
XIII.2 Esta santificación abarca cada parte de la persona total; pero es incompleta en esta vida, pues aún quedan algunos remanentes de corrupción en cada una de sus partes; de donde surge una guerra continua e irreconciliable: los deseos de la carne contra el Espíritu, y el Espíritu contra la carne.
XIII.3 En dicha guerra, aunque los restos de la corrupción prevalezcan mucho por algún tiempo; sin embargo, la parte regenerada vence, mediante el continuo suministro de la fuerza del Espíritu santificador de Cristo; de manera que los santos crecen en gracia, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
Errores Comunes en la Aplicación de la Santificación
Aunque muchos creen en la santificación progresiva bíblica, a menudo caen en errores prácticos influenciados por las perspectivas wesleyana o keswickiana:
(a) Algunos esperan que un evento divino elimine los impulsos más fuertes del pecado y supla la necesidad de autodisciplina constante, reflejando así una expectativa similar a la del enfoque wesleyano.
(b) Otros tienden a minimizar el pecado diario; admiten pecar “todo el tiempo” pero rara vez buscan confesión o perdón. Esta actitud se asemeja al descuido del pecado común en el modelo wesleyano.
(c) Finalmente, algunos adoptan un enfoque pasivo, creyendo que solo con absorber enseñanzas bíblicas serán transformados sin necesidad de ponerlas en práctica activa. Este enfoque refleja el lema keswickiano de “dejar ir y dejar a Dios”.
Conclusión
La santificación bíblica implica tanto depender del Espíritu como mantener una disciplina activa por parte del creyente. El crecimiento hacia la semejanza de Cristo no es automático ni sin esfuerzo; es un proceso continuo donde cada uno debe participar activamente.
Nota:
El movimiento Keswick surgió en Inglaterra en el siglo XIX, promoviendo una doctrina de la santificación conocida como la “vida más elevada” o “vida victoriosa.” Enseña que los creyentes, después de una experiencia post-salvación de entrega completa a Dios, pueden vivir una vida cristiana en la que la lucha contra el pecado es minimizada, confiando pasivamente en la obra del Espíritu Santo. Este enfoque se resume en la frase: “Déjalo ir y déjaselo a Dios.” Aunque ha influenciado a diversos círculos evangélicos, ha sido criticado por tradiciones reformadas que enfatizan la santificación progresiva como un proceso continuo de lucha y crecimiento a lo largo de la vida del creyente.
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